Susurrando entre las antiguas llamas,
rodeado oscuro sobre muertas ramas.
Trastornado voy
y difuso estoy
en este erosionado risco lúgubre
que el cielo marchita.
Gaviotas acompasadas, febriles
visiones, vacíos recuerdos, estériles
emociones. Ríos
secos, un céfiro,
creándome en la mejilla desvalida
corintas caricias.
Plegarias a la almohada. Mil tormentas
se avecinan, magulladuras violentas,
las del fino exiliado,
sentir extraño
que en noche me visita, olvidado.
Frío y desolado.
Sin perdón se detiene la dinámica
sujeta al regocijo, la anímica
de esta mi mente
perversa. Creer
entre el tiempo perenne; ¿vida, es que
ya te has trazado?
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